El mundo maravilloso de William Murphy

El dominio de cualquier arte comienza con el primer paso. William Murphy ha pasado prácticamente toda su vida trazándose un camino en el mundo de la moda. A temprana edad aprendió a coser con su madre, y desde entonces ha pasado por casi todos los niveles requeridos en ese arduo y complejo, pero divertido universo. 


ART PAPI: ¿Cuándo empezaste a coser?
William Murphy:
Como a los 8 años. Empecé cosiendo bolsitas para los árboles de Navidad con Mami. Mami hacía piezas para baños, sábanas. Al mismo tiempo tomaba clases de baile y teatro. En mi nueva colección me inspiro en ese niño que fui. Es un reflejo mío desde entonces hasta ahora, a mis 30 años.  

¿Cómo comienza tu exploración creativa? 
La única forma que tenía de expresarme era como payaso. 

¿Podías ser tú mismo a través del humor? 
No, no era haciendo payasadas. Era siendo, literalmente, un payaso. 

¿Fuiste payaso? 
Para la iglesia. Era donde había un teatro con maquillaje incluido. Ahí es donde comienza mi desarrollo creativo. 

¿Y esa influencia, permea tus colecciones? 
Integro globos, pantalones bombachos y colores vivos. A mí me encantaba ser el payaso de la corilla. Pero también era malo. Ese Lasi era "demasiado de payaso".

¿Por qué te dicen Lasi? 
Mi apodo es Simpson. Así me dicen en la familia. 

¿Tu mamá te hacía la ropa de payaso? 
Me hacía las pelucas.  

¿Eras joven cuando saliste del clóset? 
Súper joven. Todo el mundo lo sabía. 

¿Piensas que tener ese espacio de cierta aceptación a temprana edad te hace sentir más libre? 
Sí. Tuve una buena crianza. Me querían... Se burlaban de mí pero igual me defendían. Simpson [mi apodo en casa] era el masculino y Lasi [mi apodo en la escuela] era la femenina. Así era que me molestaban. Pensaban que era chistoso, pero me hacían sentir mal. No tenía la preparación mental entonces. Pero ahora resultó bien porque tiene sentido.

Tomaste el apodo como empoderamiento. 
Full.  

Los primeros vestidos que diseñaste eran para tus amigas drag queens
Sí. A mis amigas y a mi pareja. Al entrar al arte del transformismo, la postura en mi casa pasó a ser otra. 

Podías ser clown pero no podías ser draga. 
Sí. La costura era una curiosidad y seguía cosiendo en mi cuarto. Al graduarme de cuarto año decidí ir directo a la escuela de moda. 

¿Dónde estudiaste? 
En Lisa Thon y Carlota Alfaro. 

En Lisa Thon llegó un momento donde me salía de los márgenes y no me sentía cómodo completando las cosas. Yo soy bien práctico y las teorías me dan un poco de tensión. No me gustan. 

Prefieres estar manos a la obra. 
Mi mente está creando todo el tiempo. Estar sentado, organizado... Esas cosas no me salen. 

Creas cuando la intuición te llama. 
Claro. Cuando cojo un libro, le digo que me hable. Donde abre, leo.

¿Cuándo comienzas con Carlota Alfaro? 
Como en el 2014. 

Un diseño de Carlota Alfaro de los años 80. Imagen via Facebook.

¿Tomaste clase con ella? 
Frente a frente. Desafío mucho las leyes en la costura porque hay un ritmo. Pero descubrí que podía desarrollar un ritmo propio. 

¿Qué cosas has podido desarrollar siguiendo tu ritmo? 
Las proporciones de siluetas de globos y las hombreras. En las escuelas de diseño te limitan un poco, porque se supone que sigas las proporciones y formas de la escuela. 

¿Por qué quieren eso? 
Seguridad y limpieza. Las piezas se pueden malinterpretar. 

Debería ser lo contrario, deberían celebrar los deseos de hacer algo diferente. ¿Quiénes son tus inspiraciones? 
No sigo a nadie. 

Eso está bueno.
A lo mejor me puedo dar cuenta de que todo estaba hecho ya, y en esta construcción de querer hacer algo hay tantas comparaciones. Si te diría que me gusta alguien, me gustan todos. 

La moda se identifica de muchas formas. Pero si tuviera que escoger, sería el nuevo director creativo de Schiaparelli, Daniel Roseberry. También Jean Paul Gaultier, un revolucionario como ninguno. Y yo soy bien revolucionaria.

Yo vengo como de otro tiempo. La Lasi, la Leslie o William o Simpson fueron siempre mi forma de decir “yo soy así, yo era así, yo puedo hacer esto porque ya lo hice”, ¿me entiendes? 

En la escuela de moda en Puerto Rico yo siempre estaba muy adelantado. Me criticaban por usar pelos y pantallas grandes, cuellos y piernas muy largas. Para mí era como "wow, ¿pero eso está bien o está mal?" Eso me limitó de querer sacar otras cosas, y hasta conmigo mismo. En mi casa tenía acceso a plumas, lentejuelas. Mami trabajaba con trajes de carnaval. Estudiaba las lentejuelas, me preguntaba cómo brillaban tanto. Las observaba con la luz apagada para ver sus reflejos... Miraba abrigos de organza, de tafetán...

Estabas rodeado de cosas bellas. 
Mami es artesana, pero también es planificadora de eventos. Tomó hasta clases de hacer muñecas en porcelana. Había obras de arte, trajes de carnavales en casa, trajes de tafetán con lazos atrás, conocíamos a los diseñadores de otros pueblos. Practicaba bordar con mami haciendo pelucas. Se estaba allanando el camino. Ahora se está abriendo de la mejor forma. 

Lo más importante es que te lo gozas. 
Me encanta. Porque es la payasa que hay dentro de todos. Tú eres payaso conmigo. Igual dentro de ti hay un puto niño, hay un bebé ahí que quiere bailar, que quiere gritar. Y yo eso no lo puedo evitar sacar. 

El momentazo. Durante la primera noche de su gira mundial, “Un verano sin ti”, Bad Bunny invitó al escenario a Villano Antillano. Muchos de nosotros le preguntamos a nuestros amigues, “¿La Villana tiene un gown de Lasi?” Foto del instagram de Villano Antillano.

Viviste en Estados Unidos. 
Viví en Nueva York luego del Huracán María. 

¿Qué hiciste por allá?
Trabajé en Elle Magazine. Me fui para allá con un amigo maquillador, que era el que nos maquillaba de dragas. Tenía un quinceañero de una de mis grandes clientas que vive en Estados Unidos. Ella me dice, "Mira William, en Puerto Rico las cosas están bien malas”, y me dio dos opciones: te quedas en casa de una amiga mía que tiene planta [de electricidad] para terminar el trabajo o vienes a Estados Unidos, lo terminas en mi casa y luego decides qué vas a hacer. 

Una hada madrina.
Un ángel, un ángel. Wow. Pensé, "¿qué voy a hacer?". Era un joven adulto sin dirección de nada. Me recogieron en el aeropuerto y cuando llegué a la casa la sala estaba preparada para mí. 

¿Hiciste solamente el traje de la quinceañera? 
También la maquillé, y terminé haciendo el traje de la hermanita. 

Terminó el trabajo y estuve como una semana pensando y organizando lo que iba a hacer. Mi amigo me llama y me dice que necesitan unas piezas mías para un photoshoot. Creé unas piezas en plástico para la lluvia. Cuando llegué, entré a un elevador donde cabían como siete carros. Y cuando abre esa puerta... ¡Qué sueño! 

Nueva York abrió mis ojos de una manera... Fue impresionante. Nunca fui a buscar eso. De vivir en este pueblo cerradito a vivir en Nueva York fue una cosa impresionante. De repente, ves modelos que miden 6' 3" y pesan 92 libras. En menos de dos meses estaba viviendo eso. Trabajé en equipos haciendo editoriales de moda para revistas en Bulgaria y Grecia. Tuve la oportunidad de poder ver piezas de Gucci, Versace, pasar un día visitando tiendas de sombreros.

El universo te estaba preguntando, "¿Ésto te gusta, verdad?". 
¡Ajá! "Aquí está." Ah, y también estuve trabajando en Aldo. Me habían contratado en Puerto Rico, pero por María no se pudo trabajar y cuando llegué a Nueva York [ya] estaba registrado como empleado. Trabajé la temporada de Navidad. Todo ese proceso fue una loquera. Estaba haciendo mucho dinero y lo estaba invirtiendo en mi trabajo. Mi vida cambió por completo. Estuve allá un año. Regreso a Puerto Rico y es todo este revolú de cosas, los terremotos...

Cuando te conocí trabajabas en Mango. Tienes mucho conocimiento del mundo de la moda. No sólo eres diseñador, has trabajado en revistas, has estado en escuelas de moda y has trabajado en el mundo del fast fashion. Como creador de una marca es perfecto porque tienes un conocimiento holístico. Sabes cómo se bate el cobre.
Me avisaron ese mismo día que llegué a Puerto Rico que Mango estaba por abrir y estaban reclutando. Fui directo del aeropuerto a la entrevista con todo y mi maleta. Yo, con una maletita en Plaza [Las Américas]... Ahí hice de todo; entrené empleados, hice vitrinas, decoraba el piso, personal styling... También trabajé en el outlet y la tienda regular de BCBG. 

Estás súper formado. 
Y mucha calle también. Yo pude haber decidido estudiar administración de empresas, pero ya a mis 15-16 estaba trabajando en el Hecho a Mano del mall en mi pueblo. 

¿En un carrito? 
No, ya eran tiendas. Lo hice cuando me mandaron a hacer horas comunitarias para la escuela. Yo era una perra, ya estaba volaíta. 

Bien clara. 
Sí, pero sin saber. Yo quería ir muy rápido pero sin organizarlo aunque ahora se organizó ésto y es más fácil. Pero sí, el conocimiento estaba. Yo estaba muy volá. Trabajaba hasta en la tiendita de la escuela vendiendo papitas para la clase graduanda. Y ahora estoy en esto que siento que está adelantado para mí. Siento que estoy pisando tierra. Me estoy dando cuenta de que estoy haciendo algo que ya no es nuevo y para mi tampoco es nuevo. Para otros sí, pero para mí no. 


¿Qué piensas sobre el mundo de la moda en Puerto Rico? 

El mundo de la moda en Puerto Rico está vago. El diseñador puertoriqueño está queriendo complacer a la clienta puertorriqueña. 


¿Cómo es ella? 
Es conservadora, pero no muy conservadora, porque si está muy tapada le da calor. Y si está muy destapada, le da frío. 

Para mí, la moda puertorriqueña se quedó en los finales de los 90. 
En Puerto Rico la moda no va muy dirigida a las décadas. Yo no veo mucho adelanto ni mucho atraso. Eso está muy bueno, porque puedes identificar de quién es cada pieza por cómo está construida. La moda puertorriqueña está vaga en el sentido de cuánto se limita un diseñador en su creatividad para complacer a sus clientas por temor a que no le vayan a comprar.

Puerto Rico es muy bueno para la moda, pero internacionalmente hay otras necesidades. La gente es arriesgada. La gente es perra, es dramática. Esas cosas hay que darlas. Si te limitas, tu vida se limita. El diseñador puertorriqueño está muy limitado. Sí, [el diseñador] sigue el camino. La moda es [como] un libro, nunca va a pasar de moda. 

Los diseñadores tienen muchos sombreros. No es sólo diseñar y ya.
Trabajando en fast fashion me doy cuenta de lo que es necesario para mi marca. Yo me las he jugado. Me he desarrollado de muchas formas. 

Tienes conocimiento del lado empresarial de la moda. Y eso, a lo mejor, lo carecen muchos diseñadores que están comenzando. 
Claro. 

Le puedes vender a una hippie o a una comemierda.
La moda es así de combinada y no todo el mundo la entiende.

No todo el mundo tiene tu enfoque y ritmo. 
Mi mente está corriendo demasiado. Esto está pasando. 

Notas al calce. 

Lisa Thon y Carlota Alfaro son diseñadoras de moda puertorriqueña que tienen escuelas de diseño en San Juan. Lisa Thon era popular a finales de los 90, principios de los 2000 y su enfoque está en ropa ready-to-wear. Carlota Alfaro es la última de las grandes diseñadoras de antaño. A sus 80 años, continúa enseñando intrincadas técnicas de bordado para piezas hechas a medida. Su escuela está ubicada en un descolorido edificio color rosa chicle en la calle Loíza. Nos encanta su logo.

Plaza Las Américas es el centro comercial más grande del Caribe y uno de los más grandes de América Latina. Alberga el JC Penney más grande del mundo y ahora está lleno de espacios vacíos. El centro comercial es propiedad de una de las familias más ricas de Puerto Rico, las Fonalledas. Una de sus hijas, Zoribel Fonalledas, fue Miss Puerto Rico 2000.

Hecho a Mano es un emporio boho / hippie chic de moda rápida puertorriqueña. Comenzaron en los años 90 con lindos carritos en centros comerciales que vendían joyas étnicas e incienso. 





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